Por Jorge onica Sierra para DiarioUruguay.com.uy
Si vienen 10 japoneses, o alemanes en un avión, aterrizan en el hermoso aeropuerto internacional de Carrasco, y sin conocer nada son llevados al medio de un campo de esos que Mujica quiere meterles un impuesto; no tengo la menor duda, que si volvemos a ver que es lo que hicieron luego de 5 años; nos encontraremos que la mayoría son prósperos campesinos, empresarios o industriales.
De la misma manera imaginaria, si dejamos una vaca flaca en el centro de Montevideo abandonada, seguro que al verla dentro de tres meses, es una vaca gorda y sana.
¿Qué queremos decir?
En primer lugar, que el Uruguay es un país fenomenal, es rico, tiene un clima maravilloso y la naturaleza nos ha privilegiado en forma mayúscula.
Pero, el principal problema es que somos uruguayos, que somos vagos, que somos envidiosos y que somos corruptos.
Quizás suene un poco fuerte, pero lamentablemente es la realidad en que vivimos en el Uruguay.
Tenemos todo para ser un pueblo súper feliz, y no lo somos. ¿Se pusieron a pensar por qué?
Yo he pensado mucho en eso, ya que siempre aprendí que si visualizamos el problema, estamos en condiciones de encontrar las posibles soluciones.
Hace unos cuatro años, siempre con la intención de investigar, que me apasiona, conversando con los directivos de la Fundación Cazabajones, que me merecen el mayor de los respetos por su profesionalidad y solidaridad; me encuentro con cifras que confieso, hasta el día de hoy me impactaron.
“Hay 400 mil uruguayos diagnosticados con depresión” me decían.
“Diagnosticados”, me explicaban, se trata, que fueron vistos por un médico especialista, y están haciendo un tratamiento para superar una de las enfermedades invisibles más dolorosas de los últimos tiempos.
Pero, no solo me impactó que me dieran esos números, sino, que nos aseguraban que había una cifra similar de uruguayos que estaban afectados con la enfermedad, y no habían sido diagnosticados, porque ni siquiera se han dado cuenta que están portando la depresión.
Podemos decir entonces, sin temor a equivocarnos, que uno de cada tres uruguayos está enfermo de depresión.
Dentro de los enfermos, hay un gran porcentaje de adolescentes, lo que es mucho más importante aun y preocupante.
Claro que consultamos cuáles han sido los motivos principales que lleva a un ser humano a estar deprimido.
La respuesta fue casi contundente, son los problemas económicos lo que deprime y lleva a situaciones límites a las personas.
Si a esto que estamos comentando, le sumamos que el Uruguay es el país que proporcionalmente con su cantidad de pobladores, es el que más suicidios tiene; debemos concluir que algo raro está pasando.
Claro que he estudiado esta situación desde hace muchos años, y no dejo de asociarla con la forma que se gobierna y se administra el dinero de los uruguayos por parte de nuestros políticos de turno.
Hoy palpamos en cada rincón del país, que hay angustias permanentes, y al tema central de la falta de un trabajo seguro, que nos permita llegar a fin de mes sin sobresaltos, de atender a nuestra familia como se merece un ser humano; le sumamos otro que es tan importante como éste; la destrucción de la familia como tal.
Es un poco como el huevo y la gallina; ¿son los problemas económicos que destruyeron gran parte de la familia? ¿Son los problemas económicos que hicieron que la mujer tenga que salir a trabajar dejando el seno familiar?
Creo que no puede entrar en la cabeza de nadie, las contradicciones que ocurren a nivel estatal.
Que un intendente de un departamento le diga a un vecino de uno de sus barrios cuando le reclaman por un farol de iluminación en la vía pública que compren el farol, que la intendencia se los coloca, es algo que no se puede entender, ni soportar.
Que ese mismo intendente, dos semanas antes, dispusiera ascender y darle una compensación económica a su propia hermana que es funcionaria municipal; es la muestra clara de lo que estamos hablando.
Como nos gusta y nos hemos caracterizado siempre, damos nombres, se trata del intendente de Rivera el Dr. Marne Osorio.
Pero solo es el botón de la muestra, esto ocurre en forma permanente en todo el sistema estatal uruguayo, administrado por políticos.
Ayer, conversando con un grupo de personas, yo escuchaba el análisis que se hacía.
“Vivimos con una impunidad terrible de los delitos que comenten los políticos, y somos un pueblo de muchos corruptos que amparan esa impunidad”
fue una frase que anoté, que expresaba un vecino de la ciudad de Minas.
“El Poder Judicial no es independiente, los fiscales son funcionarios públicos dependientes del mando político en forma directa y la corrupción no está ajena a los jueces tampoco” fue otra de las que más me llamó la atención.
“Ahora todos hablamos y protestamos, pero los que reclaman ahora, son los que los votaron antes, porque somos un país de corruptos y cornudos?
Dijo un hombre de unos 50 años que fue contundente sin duda.
¿Corruptos y cornudos? Me quedé preguntando esto, que confieso, al principio me dio un poco de risa, pero, si lo analizamos en profundidad, no está nada alejado de la realidad en que vivimos.
Angustias, depresiones, suicidios, destrucción de la institución familiar…
¿No es que estamos bien? ¿No es que el desempleo ha desaparecido? ¿No es que están volviendo del exterior los uruguayos que se fueron porque aquí está todo bárbaro? ¿No es que no hay atraso cambiario? ¿No es que la inflación está controlada? ¿No es que batimos el record de exportaciones de toda la historia? ¿No es que Astori nos prometió que no iba a quedar un solo pobre en el Uruguay?
¿No es que el PBI, el IPC, el Fondo, y el Banco Mundial y todo eso que es cuento chino anda de novela?
Sin dudas que los numeritos, las palabras bellas, las promesas más increíbles, son una cosa, y la realidad, es algo muy diferente.
El Uruguay real, es muy diferentes al Uruguay virtual que en toda la historia nos han hecho creer los políticos que les ha tocado administrar y gobernar el Uruguay.
La prueba fue ver la enorme alegría de todos los uruguayos cuando la celeste logra el cuarto puesto en el mundial, donde se dejan de lado las angustias y se disfruta con gran alegría un logro deportivo.
No hay caso…el problema, es que somos uruguayos.
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